lunes, 17 de octubre de 2016


PRESENTAMOS DIFERENTES CASOS EN DONDE VEREMOS LA SABIDURÍA RELACIONADO CON TEXTOS BÍBLICOS:

1.Las hormigas: trabajar disciplinadamente. “Las hormigas, pueblo no fuerte, y en el verano preparan su comida”. Las hormigas son un ejemplo de duro trabajo. Son forzadas, aplicadas. Siempre las ves trabajando. ¿A que nunca has visto una hormiga patas arriba descansando? En tal caso estaría muerta. Jesús dijo: “Me es necesario hace las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene cuando nadie puede trabajar” (Jn. 9:4). La vida es para trabajar: “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas” (Ec. 9:10), sigue siendo un buen consejo. Entrégate a lo que encuentras para hacer.

         Jesús contó la parábola de los hombres que esperaban trabajo en la plaza. Vino el empresario o el dueño de los campos y empleó a todos los que querían trabajar. Si tú estás en el paro, no pases el tiempo viendo la televisión. Haz lo que puedas. Haz trabajo voluntario para la comunidad. Recoge basura para el ayuntamiento. Limpia parques. Trabaja con una ONG o con una organización cristiana como voluntario. Dedícate a la evangelización. Sal a la calle y habla con la gente. Empieza un estudio bíblico en una casa. Reparte folletos. Visita a enfermos. Ayuda a los ancianos de la iglesia con sus quehaceres. Consigue un campo y trabaja la tierra. Estudia. Apúntate a cursillos. Aprende idiomas. Empieza un pequeño negocio. Haz algo y véndelo: pasteles, figuras, cuadros. Trabaja a tiempo parcial en tu casa para una empresa. Vete a los más pobres de tu cuidad y pregúntale a Dios qué puedes hacer para ayudarles. Sé una hormiga, humilde, pero trabajadora.    .

2. Los conejos: edificar la casa sobre la Roca. “Los conejos, pueblo nada esforzado, y ponen su casa en la piedra” (v. 26). Los conejos edifican su casa sobre la Roca; nosotros debemos seguir su ejemplo y construir nuestra vida sobre la obediencia a la Palabra de Dios. “Cualquiera, pues, que me oye esta palabras y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca” (Mt. 7:24). La vida llevada a cabo en obediencia a la enseñanza de Cristo es la que, a la larga, será provechosa. Estudia la Palabra y haz lo que lees. Ponlo en práctica. Entonces tu vida tendrá un fundamento tan sólido como la Palabra de Dios misma y, en medio de las tormentas de la vida, tú estarás seguro.

Resultado de imagen para SABIDURIA3. Las langostas: Llevar tu vida de acuerdo con el orden de Dios. “Las langostas, que no tienen rey, y salen todas por cuadrillas” (v. 27). Estructura tu vida según el orden divino estipulado en las Escrituras: “Quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo” (1 Cor. 11:3). Hay un orden de Dios para el matrimonio, para la familia, para la iglesia, para el trabajo y para la sociedad (Ef. 5:21-6:9). Las langostas vuelan en formación. Salen en cuadrillas según el orden que ha sido puesto en ellas por instinto. Saben volar en formación, y lo hacen, cada uno en su sitio. En la familia tiene que pasar lo mismo: el marido es cabeza de la familia, la esposa se somete voluntariamente a su amoroso y sacrificado liderazgo, los hijos obedecen a los padres en el Señor. Esta es una familia bajo la bendición de Dios.

4.La araña: Vivir siempre en la casa del Rey.  “La araña que atrapas con la mano y está en palacios de rey”. Hay arañas en todas partes, pero en este proverbio se refiere a las que viven en palacios. Aplicándolo a nuestro caso, es ser una de estas personas que vive en la presencia de Dios siempre, no solo cuando está en un culto, sino a tiempo completo, no importa lo que está haciendo. Siempre está con el Señor, disfrutando de Él, meditando en sus cosas, experimentando su paz y su gozo, atento a su voz, orando sin cesar, y cantando y haciendo melodía al Señor en su corazón. “Bienaventurados los que habitan en tu casa; perpetuamente te alabarán” (Salmo 84:4). “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todo los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días” (Salmo 23:6).

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